24 de octubre de 2011

Declaración Pública frente al Referéndum de este lunes 24 y martes 25 de octubre.


Compañeros y compañeras:

Hoy, tras cinco meses de la movilización estudiantil más grande de la historia de Chile, nos vemos enfrentados a una decisión que, cualquiera sea su resultado, marcará un hito en el devenir de la misma. Tras todo este largo tiempo de trabajo y de construcción de un proyecto social de transformación, hoy debemos optar entre retomar el segundo semestre relegando la movilización a un rol secundario, o arriesgarnos por mantener y revitalizar este proceso en aras de la consecución de nuestras demandas. La decisión no es fácil, hay muchos factores que considerar y es por eso que quisiéramos compartir nuestras reflexiones en torno a los distintos puntos.


I. El financiamiento.

No podemos negar que no existe claridad respecto al futuro de becas y ayudas estudiantiles. De acuerdo a los dichos de nuestras autoridades, las becas internas se mantendrán, pero es probable que los beneficios estatales sean utilizados -como ya lo están siendo- como una medida de presión desmovilizadora por parte del gobierno. A nivel individual, debemos tener en cuenta que becas de arancel y créditos constituyen derechos adquiridos y para que éstos sean revocados, se debe cumplir los requisitos generales de todo contrato -a titulo gratuito en caso de las becas y oneroso en el caso de los créditos-, correspondiendo en este caso a incumplimiento de lo establecido en el contrato, es decir, reprobar cierta cantidad de ramos, mejorar la situación socioeconómica, que no amerite mantener la asignación del beneficio, etc. Sin embargo, a un estudiante de una universidad que NO realiza actividades lectivas durante el segundo semestre, no le es imputable reprobar los ramos, sino simplemente no cursarlos, por ende no sería causal de pérdida y el beneficio sólo se congelaría por tal período.

Ahora bien, muy probablemente la pérdida de estos beneficios para las Universidades implicaría profundas crisis económicas, pues al congelarse la entrega de los beneficios, carecerían de fuentes de financiamiento y sabemos que esto, lejos de preocupar al gobierno, constituiría una oportunidad de fortalecer la imagen de las Universidades privadas, las cuales aparecerían como ejemplos de eficiencia económica.

Sin embargo, la crisis económica de las Universidades públicas en este momento no puede representar un freno para el movimiento, hemos reconocido que es precisamente el sistema de financiamiento universitario en su conjunto el que ha colapsado, por ende, hoy debemos unirnos y aumentar la presión para que el Estado se haga cargo de sus Universidades y para que el costo del semestre perdido no repercuta en los bolsillos de nuestras familias. Apuntamos, justamente, a ganar, a conseguir nuestro objetivo: no puede ser que el mal que identificamos y queremos cambiar, sumado a sus herramientas y tecnicismos, en definitiva sean lo que nos haga deponer la lucha. Además, el efecto mediático que produciría -tanto a nivel nacional como internacional-, el hecho de que el Estado de Chile cerrara todas sus Universidades producto de la crisis de financiamiento, es un costo que el gobierno no está en condiciones de asumir.

Por último, tomar una decisión como Universidad nos permite avanzar juntos en cuanto a sus consecuencias y beneficios. Que no quepa duda que, ante cualquier agravio, seremos una única voz luchando, codo a codo, por lo que creemos justo.


II. La calidad.

Plantearnos como norte la defensa de la educación pública y renunciar a nuestra condición de estudiantes puede parecer un contrasentido. Estamos conscientes del esfuerzo que han realizado nuestras autoridades -tras la propuesta estudiantil- para ofrecernos un semestre de la mayor calidad posible dadas las circunstancias, sin embargo, consideramos que tal esfuerzo resulta insuficiente, pues muchos profesores han manifestado que no están dispuestos a realizar un semestre como el propuesto, por lo que habrá pocos docentes por ciclo y meses de clases con ayudantes, contenidos vistos a medias y una gran presión, lo que sin duda repercutirá en nuestro rendimiento. A su vez, si no podemos tomar cursos electivos o libres, tendremos que hacer un semestre adicional en la carrera de todos modos, lo que no solucionará el problema de las becas otorgadas por la duración de la carrera, ni el pago de un semestre extra. Cuando se habla de que con la pérdida del segundo semestre se pretende “destruir la Universidad de Chile”, debemos, como mínimo, ser consecuentes y asumir que no basta con que ello se subsane desde la mera apariencia.  


III. Las movilizaciones.

Hoy, tras cinco meses de movilizaciones, no hemos conseguido el más ligero cambio del sistema educacional, no hemos logrado remecer sus cimientos ni conseguir modificaciones que resulten trascendentes en su estructura. La constatación de lo anterior, lejos de desmotivarnos, debe constituir un incentivo para movilizarnos con más fuerza, para no renunciar a todo el esfuerzo ya realizado y para no abandonar a las universidades que ya han decidido no comenzar su semestre, como lo son la U. de Concepción, Arturo Prat, Santa María, de Los Lagos, Valparaíso, Bío Bío y Usach.

No estamos solos en esto, no podemos obviarlo. No sólo somos la Universidad de Chile, no sólo somos los universitarios, somos un movimiento social que tiene en su raigambre a un grupo tan importante como los secundarios. Hoy, volver a clases, es darles la espalda a quienes se han sacrificado con mayor fuerza en todo este proceso. No queremos ser simplemente idealismo o voluntad, pero reconocemos en ellos una lucha que tenemos que estar dispuestos a seguir dando. La masividad requiere compromiso, la fuerza unión, la convicción de estrategia: seguiremos instando, juntos, a la consecución de nuestros fines. Lo hacemos por ellos, por nosotros, por un Chile que ve en este movimiento la esperanza de generar los cambios que no pueden seguir esperando.

Si bien puede considerarse que el impacto mediático de que la Universidad de Chile (a la cual probablemente se sumarían otras universidades de la CONFECH) decida perder el semestre sólo resultará efectivo al momento de producirse este hito, siendo difícil proyectarlo en el tiempo, también es cierto que sólo de nosotros depende dotar de contenido esta nueva etapa de movilizaciones, revitalizando el proceso e inventando nuevos modos de captar la atención.

Se ha dicho que iniciar el segundo semestre no implica necesariamente desmovilizarnos, mas, realizamos un sincero llamado a no cegarnos ante una solución que sabemos no es tal: durante la recalendarización de los exámenes - que contaba con muchas garantías más que las propuestas para un eventual segundo semestre- pudimos constatar que mantenernos efectivamente movilizados y rendir evaluaciones es imposible, y lo será aún más con un semestre comprimido. A la vez, quien cree que mantener la masividad únicamente en las marchas es suficiente, ignora todas las potencialidades del trabajo realizado durante estos meses y la imperiosa necesidad de aumentar la presión ante un gobierno que no escucha. Ante este escenario, sólo nos queda apostar a diversificar las instancias de participación, deliberación y toma de decisión estudiantil, pues este movimiento es nuestro y todos estamos llamados a ser protagonistas.

Finalmente, en estos momentos están saliendo a la luz los resultados logrados a partir del trabajo de muchos compañeros que participaron en comisiones con profesores a nivel de toda la Universidad. Se trata de grandes propuestas que, de comenzar el segundo semestre, correrán el riesgo de quedar en el olvido, pues no habrá instancia para discutirlas y posicionarlas. No olvidemos que la movilización no se constituye sólo de marchas o asambleas: existe un trabajo constante en muchísimas áreas (talleres, cursos, comisiones, trabajo en la calle, etcétera) que requiere de tiempo y dedicación.


IV. Si no es ahora, ¿cuándo?

Mucho se ha hablado respecto a que la pérdida del segundo semestre implica agotar el movimiento, siendo muy difícil configurar espacios de movilización el próximo año al tener que recuperar un semestre académico. Pues bien, invertimos la pregunta, ¿qué garantiza que el próximo año exista un ánimo de movilizarse tras la experiencia de un proceso de cinco meses durante los cuales no se consiguió absolutamente nada?

El momento es ahora. El escenario no será mejor durante el próximo año ni durante el siguiente, pues el escenario nunca será favorable para nosotros mientras el poder económico y el control de los medios de producción y comunicación sigan residiendo en las mismas manos. El momento es ahora, porque contamos con el apoyo de la opinión pública a nivel nacional e internacional, porque la lucha estudiantil cada día logra ser más transversal, involucrando a más sectores sociales que saludan la tenacidad y perseverancia de un movimiento estudiantil que ha logrado remecer la forma de entender la participación política, contribuyendo a fortalecer a una ciudadanía opinante y crítica.

Muchísima gente alrededor del mundo cree en nosotros, deberíamos empezar a creer en nosotros mismos también. La única lucha que se pierde es la que se abandona: ¡Vamos compañeros, un esfuerzo más!


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